Mientras Guardiola sigue deshojando la margarita, la grada del Camp Nou reclama partido a partido que Guardiola se quede. Y que siga la caza. Porque en este partido, -ante el tercer clasificado de la Liga-, el Barcelona volvió a desplegar el fútbol preciosista que tanto gusta en la Ciudad Condal. Fue un recital, reflejado en el marcador y en lo visto sobre el terreno de juego: un solo equipo, y muchos pases, muchas ocasiones de gol, y mucha voces coreando: "Messi, Messi..."
¿Y el Valencia? No comenzó tan mal, o más bien un poco tibio el Barcelona, no tan sutil en el pase como acostumbraba. Como el club azulgrana no alcanzaba su habitual virtuosismo en los primeros compases, los chés se sentían a gusto a la contra, en especial Feghouli y Piatti. Tras un par de arrancadas de Messi, llegó el tempranero e inesperado gol del Valencia. Centro llovido de Feghouli, exceso de confianza en la defensa azulgrana y gol de Piatti. Un jarro de agua fría en toda regla.
Fue un punto de inflexión, desde luego. Anotó el Valencia y acabó su partido. Porque los 82 minutos restantes fueron del Barcelona, que parecía como si, consciente de la distancia con el líder, jugara únicamente para el disfrute de su afición, como el que acude a un museo sin otro ánimo que admirar una colección. Y en este caso, una colección de pases, de jugadas, de paredes.
Hasta el minuto 21 de partido, los de Guardiola cargaban su fútbol por la banda izquierda, pero con la llegada del primero del conjunto catalán, el aluvión llegaba por todas partes. Messi marcó el primero, apoyado en Pedro, muy vivo e incisivo como siempre desde su costado. Seis minutos después, el argentino culminó de nuevo una de esas jugadas que gustan a Guardiola, y que suponemos habrá pesado positivamente a la hora de decidir su futuro laboral. Iniesta -de los mejores en la primera parte- firmó uno de sus pases de autor, llegó Abidal libre de marca y centró al segundo palo, donde Messi, tras escapársele el balón de las manos a Alves, dio la vuelta al marcador.
Fue el único fallo de Diego Alves, porque a pesar de la derrota y de dicho error, fue sin duda el mejor del Valencia, al que no le duraba el balón en los pies más de cinco segundos. De hecho, se pudieron contabilizar hasta cinco ocasiones de gol de los pupilos de Pep, todas abortadas por Alves. En el 28, ganó un mano a mano a Alexis; en el 29, a Cesc; en el 31, tras una doble pared de Iniesta y Messi; en el 40, balón al palo de Fábregas, y en el 43, de nuevo otra pared, sello de la casa, que desbarató el meta ché.
Se llegó a la segunda mitad con las habituales sensaciones del Barcelona en el Camp Nou: dominio absoluto, multitud de ocasiones y buen juego. Pero escasísima renta con un rival del que no se podía hablar, ni bien ni mal, porque no había hecho nada. Pero los de Emery, que son incapaces de cogerle la medida al Barcelona, siguieron sufriendo las estocadas rivales.
Alexis falló su enésimo mano a mano con Alves en el minuto 47, y dos después, Cesc la colocó muy bien en el palo largo pero se topó de nuevo con el meta del Valencia. Cuando parecía que el único que tenía fe en su equipo era el felino portero brasileño, una jugada aislada estuvo a punto de echar al traste el partidazo culé. Fue un mal despeje de Piqué y un zarpazo de Feghouli, pero Valdés sí estuvo acertado en esta ocasión.
En el minuto 68, Tello sustituyó a Pedro, y el canterano también gozó de al menos dos ocasiones para aportar su golito. Pero era la noche, como no, de Lionel Messi, que precisamente aprovecho una gran jugada de Tello para hacer su hat-trick (minuto 76), que se vería ampliado en el 85, con una precisa vaselina que disparó la adrenalina en el Camp Nou. Aún quedaba la guinda. Xavi, que entró a falta de cuatro minutos para el final, puso el 5-1, un resultado justo y rebajado por los reflejos de un súper-portero como Diego Alves.
El Real Madrid, a diez puntos, pero Pep Guardiola, quizá más cerca de la renovación. Que lo haga por Messi, aunque sea.