Paul Breitner dibujó con su mano inocente una hoja de ruta de la Champions que deja para el final el esperado duelo entre Madrid y Barça, los dos mejores equipos de esta competición. Los representantes españoles no se verían las caras hasta el 19 de mayo, en Múnich, siempre y cuando ambos resuelvan antes los obstáculos que les quedan hasta alcanzar la final.
Los madridistas deberán deshacerse en cuartos del APOEL chipriota, mientras que los culés tratarán de hacer lo propio frente al Milán. Los encuentros de ida serán el 27 de marzo, en el caso del equipo de Mourinho, y el 28, en el de Guardiola. La vuelta, cambiando el orden de partidos, está reservada para el 3 y 4 de abril.
Ni que decir tiene que ambos son favoritos para resolver este primer escollo, pese a que el Milán, a priori, propicie muchos más dolores de cabeza que el modesto APOEL. La superioridad del Barça ante al conjunto rossonero en la liguilla y la disputa del encuentro de vuelta en casa, al igual que ocurre con el Madrid, ayuda a pensar en tal posibilidad.
Por lo tanto, mirar hacia adelante y conjeturar con el supuesto cruce previsto para semifinales es un ejercicio natural y que también merece un análisis profundo.
El camino. Y es que las eliminatorias Marsella-Bayern y Benfica-Chelsea parecen lo suficientemente dispares y decantables para alemanes e ingleses como para cruzarles de forma hipotética con Madrid y Barça. Y aquí se descubre un nuevo escenario. Si el conjunto blanco quiere estar en la final de Múnich tendrá que deshacerse, muy presumiblemente, del anfitrión y duro cuadro bávaro en semifinales.
Difícil compromiso teniendo en cuenta el nivel ofensivo del Bayern, pero más asequible sabiendo que también en semifinales la eliminatoria tendrá como desenlace el Bernabéu. Igual sucede con el Barça, cuyo supuesto cruce con el Chelsea se dirimiría en el Camp Nou. Las fechas de estos partidos serían el 17 y 18 de abril (ida) y el 24 y 25 del mismo mes (vuelta). Rivales complejos pero superables. Obstáculos que Madrid y Barça sueñan con superar. La final española es ya una posibilidad. Todo un reto para la historia del fútbol.
Los madridistas deberán deshacerse en cuartos del APOEL chipriota, mientras que los culés tratarán de hacer lo propio frente al Milán. Los encuentros de ida serán el 27 de marzo, en el caso del equipo de Mourinho, y el 28, en el de Guardiola. La vuelta, cambiando el orden de partidos, está reservada para el 3 y 4 de abril.
Ni que decir tiene que ambos son favoritos para resolver este primer escollo, pese a que el Milán, a priori, propicie muchos más dolores de cabeza que el modesto APOEL. La superioridad del Barça ante al conjunto rossonero en la liguilla y la disputa del encuentro de vuelta en casa, al igual que ocurre con el Madrid, ayuda a pensar en tal posibilidad.
Por lo tanto, mirar hacia adelante y conjeturar con el supuesto cruce previsto para semifinales es un ejercicio natural y que también merece un análisis profundo.
El camino. Y es que las eliminatorias Marsella-Bayern y Benfica-Chelsea parecen lo suficientemente dispares y decantables para alemanes e ingleses como para cruzarles de forma hipotética con Madrid y Barça. Y aquí se descubre un nuevo escenario. Si el conjunto blanco quiere estar en la final de Múnich tendrá que deshacerse, muy presumiblemente, del anfitrión y duro cuadro bávaro en semifinales.
Difícil compromiso teniendo en cuenta el nivel ofensivo del Bayern, pero más asequible sabiendo que también en semifinales la eliminatoria tendrá como desenlace el Bernabéu. Igual sucede con el Barça, cuyo supuesto cruce con el Chelsea se dirimiría en el Camp Nou. Las fechas de estos partidos serían el 17 y 18 de abril (ida) y el 24 y 25 del mismo mes (vuelta). Rivales complejos pero superables. Obstáculos que Madrid y Barça sueñan con superar. La final española es ya una posibilidad. Todo un reto para la historia del fútbol.
